Yeison Jiménez y su relato de cuando vivió entregado al cristianismo
Su carrera artística comenzó muy joven, cuando apenas tenía 18 años. Sin embargo, sus padres –sin saberlo–lo catapultaron a la fama desde que tenía 7 años, al inscribirlo en cuanto concurso de canto infantil había. Por más de cinco años se ganó todos los certámenes en que estuvo recorriendo el departamento de Caldas.
Sí, Yeison Jiménez así tuvo sus verdaderos orígenes en la música, cuando era un pequeño que cantaba por placer y desconocía que iba a tener ese futuro promisorio.
Aun así, esa historia de pobreza que tanto ha contado Yeison Jiménez sobre los primeros años de su vida le llevó a tener ‘malas amistades’.
“Yo era un niño normal, un niño del común, de una familia de campesinos muy trabajadores que tenía todo. De un momento a otro eso se empezó a derrumbar y estábamos en la calle. Mis padres se separan y ahí comenzó Cristo a padecer”, relató.
Cuando llega a sus 10 años, con su madre sosteniendo a dos hijos, las cosas no aguantaron y por eso tomaron rumbo hacia Manizales. En esta ciudad llegaron a un barrio que le decían ‘Puerto Plomo’ debido a la difícil situación social que se atravesaba.
“En ese lugar tuve una niñez muy pesada. Vivíamos en un inquilinato donde había muchas habitaciones con personas con un pasado y un presente con cosas buenas y malas. Yo era un niño que crecía alrededor de todo eso... no fue para nada agradable”, contó.
Luego de esta complicada situación, Yeison Jiménez llega a Bogotá con 13 años. En una ocasión lo mandan a llevar unas arepas a la central de alimentos Corabastos y ahí comenzó a trabajar. Primero doblando costales, luego cargando alimentos y después en varias tareas que hay en este lugar.
“En este transcurso conozco a una muchacha muy joven que me habla de Dios. Al principio me pareció que era una payasada, pero después me empezó a gustar. De verdad tuve una comunión con ese cuento y duré dos años metido”, detalló.
En ese periodo, el cantante empezó a sacar cosas de su vida que no eran buenas. Fue tal su entrega al cristianismo que él mismo confesó que andaba “con una Biblia debajo del brazo”.
Sin embargo, actualmente su vida espiritual lo llevó a entender que no hay un “Dios cristiano o un Dios católico” y por eso -según él- no lo busca en templos o iglesias sino en su corazón.