Diego Armando Maradona murió y el fútbol lo lamenta. El campeón mundial en México (1986), considerado como uno de los mejores jugadores de la historia, perdió su última batalla este miércoles 25 de noviembre tras sufrir un paro respiratorio en su residencia.
Y es que a pesar de que el jugador es recordado por sus glorias derivadas de sus fintas, regates, sombreros y despliegues espectaculares con el balón que lo llevaron infinidad de veces al triunfo. El 'eterno 10' también fue cuestionado durante su carrera por sus vicios, como su adicción a la droga.
El vicio, la sombra en la carrera del futbolista
“Tenía 24 años cuando probé droga por primera vez en Barcelona. Ha sido el error más grande de mi vida. (...) La droga es el problema más grande, la droga mata. Me siento afortunado de poder hablar de eso, si hubiera seguido de esa forma a esta edad habría muerto”, aseguró cuando tenía 56 años en entrevista con la cadena italiana de Mediaset Canele 5.
Desde aquellos años cuando probó por pura curiosidad esas sustancias que lo hacían sentir alejado del mundo por unos instantes y luego lo sumían en serios estados de depresión lamentables, empezó el calvario del exjugador de Boca Juniors que, según afirmó en una entrevista, "hubiera sido aún mejor jugador sino hubiera tenido el problema de la droga".
En este punto, algunos recuerdan cómo fue volviéndose evidente el problema de Maradona con la droga, cuando su vicio podía reflejarse en el rostro y el habla, pues soltaba frases atropelladas que le quedaban estancadas entre los dientes que en ocasiones no se entendían.
Antes de esa debacle, paradójicamente, este gran jugador Argentino apareció en la televisión de ese país haciendo una campaña contra las drogas, que para algunos fue como una burla ante lo que todos sabían. En ese contexto, ya brillaba con fuerza en el ámbito deportivo y financiero, como si la vida estuviera resuelta para siempre.
Tal vez fue esa lucha descarnada y frontal por demostrarle al mundo hasta donde podía llegar, lo que fue dejando al jugador como un recipiente vacío, desgastado, un hombre solitario que se refugió en los excesos de vicios para escapar por un momento del peso de su gloria deportiva, que aún hoy, parece inalcanzable.
Varias veces se sometió a rehabilitación en Cuba para dejar este vicio que le opacó sus años gloriosos en el fútbol.