Un rumbero apareció ahorcado el pasado puente festivo del San Pedro y San Pablo, en medio de una parranda que armaron ocho amigos y su mujer dentro de una vivienda ubicada en la localidad de Suba, en el noroccidente de la capital del país.
Los ‘parceros’, cuatro hombres y cuatro mujetres y la compañera sentimental de la víctima, identificada como José Eduardo Quintero, de 35 años de edad, manifestaron que el hombre en medio de un arranque de ira y depresión porque se iba a separar, le pegó a la pareja, golpeó las paredes y luego se encerró en una habitación con tragos en la cabeza en donde tomó una soga para amarrarla al cuello y a la baranda de un camarote y así acabar con su existencia.
Pero otra cosa piensan los parientes de José Eduardo, quienes creen que el ser querido no se suicidó, sino que manos criminales lo mataron de esa manera para que las autoridades competentes y los propios familiares se comieran el cuento.
Verónica Quintero, hermana del comerciante comentó en el noticiero Alerta Bogotá de la emisora La Cariñosa 610 AM que, ella revisó la estructura de esa cama de dos pisos y se dio cuenta que es muy débil, lo que la lleva a pensar que dicha estructura no aguantaba el peso de su pariente.
Además la señora Quintero manifestó que Sandra, la viuda, les dijo que desde hace algún tiempo como unión venían teniendo problemas por un presunto desliz amoroso de José Eduardo, y que fue una allegada la que ubicó al negociante arrodillado con asfixia mecánica, pero después dijeron que había sido una inquilina de la residencia la que lo encontró muerto.
Sabuesos especiales del Cuerpo Técnico de Investigación se hicieron cargo de la extraña situación para establecer si fue un suicidio como dicen los amigos o si se trató de un homicidio como creen los parientes del ‘finado’.