La capital colombiana se encuentra en una situación crítica en cuanto al suministro de agua potable, debido a los bajos niveles de almacenamiento en los embalses que abastecen la ciudad. El fenómeno de El Niño, sumado al aumento en la demanda por el crecimiento poblacional, ha generado una disminución preocupante en las reservas hídricas.
Los embalses de Chingaza, Chuza y San Rafael, que abastecen el 70% del agua de Bogotá, se encuentran en niveles críticos. Chuza está al 15,41% de su capacidad total, mientras que San Rafael se encuentra al 18,75%. Estos niveles son los más bajos registrados desde 1984.
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Debido a la grave sequía que afecta a Bogotá, las autoridades han decidido implementar un plan de racionamiento de agua en 19 de las 20 localidades de la ciudad.
Esta decisión se tomó como una medida de emergencia para hacer frente a la escasez de agua. Los niveles en los embalses que abastecen a Bogotá han disminuido considerablemente, lo que ha puesto en riesgo el suministro de agua potable para la población.
La localidad de Bogotá que no tendrá racionamiento de agua
Usme no se verá afectada por el racionamiento de agua porque se abastece de un sistema independiente que opera a un nivel adecuado.
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La localidad obtiene agua del embalse La Regadera y la planta El Dorado, que juntos garantizan un suministro estable. Esta infraestructura permite a Usme ser la única exceptuada del plan de racionamiento.
La situación de Usme resalta la importancia de contar con sistemas de abastecimiento de agua independientes y bien gestionados. Esto es crucial para garantizar el acceso a este recurso vital en momentos de crisis como la actual sequía.