SITP provisional: nostalgia e incertidumbre de los conductores al desmonte de una época
Mientras sonaba a todo volumen “voy a la ciudad, voy a trabajar” del Joe Arroyo en ‘El Sol, El Sol’, el conductor del bus que venía del centro de Bogotá frenó en un semáforo, bajó el volumen de la emisora y abrió la ventana.
Uno de sus colegas estaba parqueado a su lado. Al parecer, llevaban tiempo sin verse y en los cortos minutos que hablaron, el hombre terminó el encuentro diciendo “esto se acabó, ya el domingo entregamos”. Después la luz verde apareció y siguió su camino.
El desmonte del SITP provisional parece ser inminente, tras nueve prórrogas y más de diez años de plazos. Según Transmilenio, se tiene fijado que antes del 31 de diciembre de este 2021, el cien por ciento de las rutas provisionales terminen su circulación y con esto, finalice toda una época del transporte público de la ciudad.
El nuevo sistema, adaptado a los requisitos ambientales de la actualidad, no deja de lado los retos a los que los antiguos conductores se enfrentan, la nostalgia y la incertidumbre de tantos otros comerciantes que salieron a flote en la época lucrativa de este servicio público.
Por estos días, entre los paraderos ya casi vacíos -que años antes tenían hasta cincuenta busetas- y las escasas cafeterías que hay a sus alrededores, apareció Terreros, de sesenta años, quien lleva conduciendo hace veintiocho y pese a que dentro de poco deberá dejar de transitar por los estresantes trancones de la capital, afirma que planea seguir al volante.
-¿Qué piensa hacer cuando esto se acabe?
-Me muero por recoger pasajeros. A mis años no tengo ningún título, a mí ya no me van a ocupar para trabajar en una empresa y si me ocupan, me pagan un mínimo que no me sirve para nada, pero me toca seguir trabajando (...) Yo me rebusco más que un gallo tuerto. Ahorita tengo pensado comprarme una tierra en Boyacá y manejar allá. Aspiro a vivir sesenta años más.
-¿Y qué hay de sus compañeros?, ¿les dieron la opción de reubicarlos?
Más de uno está trabajando en el SITP, pero ninguna de las empresas le dio la opción al conductor de decir ‘esto se va a acabar, yo los voy a ubicar o recomendarlos en la operadora’.
Al final del recorrido, Terreros concluyó optimista que “de algo hay que vivir”.
Ya cuando empezaba la noche, en el camino de vuelta encontré a González, también con un amplio recorrido en el transporte y quien me abrió un espacio en el puesto de adelante.. De sus cuarenta años, veinte los había dedicado a la conducción.
Era el último viaje que hacía en el servicio público y diferente a Terreros, expresó que ya había sido suficiente trabajo al mando de un vehículo.
-¿Planea seguir siendo conductor?
Estoy demasiado cansado, llevo muchos años en esto. Tengo proyectos de poner de pronto un negocio, tengo pase de sexta y pienso de pronto manejar Transmilenio, del articulado. Los del sistema nos dieron capacitaciones para vincularnos, pero vinieron muy tarde.
-¿Por qué?
-El sistema está muy mal diseñado (...) Ellos pensaron que era traer un ingeniero o lo que sea, a hacer estudios, pero es distinto a hacerlo con una persona que vivió veinte años. A mí me da pesar que se acabe este negocio porque es bastante lucrativo. En este negocio te das una vida de lujo (...) En este negocio uno gana más que un abogado.
-¿Y qué de los comerciantes?
-Todos sabemos que en el paradero está el calibrador, el del montallantas, las de la cafetería, el electricista, la que vende el chance. Hoy miras los paraderos y están completamente muertos, porque este negocio era el que los alimentaba. Todos éramos un círculo.
Nostálgico, González concluye mostrando su desacuerdo con el modelo del sistema. “Deberían darle más motivación a los conductores”, es lo único con lo que finaliza.
Por ahora, Transmilenio asegura que 3.000 conductores han sido vinculados a la empresa y de acuerdo a recientes convocatorias laborales, el salario básico para un conductor con licencia C2 es de 1.079.000 pesos más el bono operacional de 232.000 pesos y el auxilio de transporte de 101.000 pesos.
En cuanto a la chatarrización, según informó la compañía, de los 14.500 vehículos que hacían parte del TPC, 11.085 han sido chatarrizados al cumplir con su vida útil. De estos, "3.227 buses han sido desintegrados paralelamente con la salida del esquema del SITP Provisional desde noviembre de 2015 al 30 de septiembre de 2021", informó Transmilenio recientemente.