Este miércoles 6 de marzo inicia el primer día de la cuaresma, es decir, se da el llamado de la iglesia a los fieles para prepararse por 40 días en la vivencia de los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en la Semana Santa.
La Agencia Católica de Informaciones (ACI Prensa), explica que la imposición de ceniza en la frente de los creyentes nació en los primeros siglos del cristianismo. “El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios”, se lee en el artículo 125 de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
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El Directorio sobre la piedad popular y la liturgia continúa: “Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual”.
En torno a este ritual religioso surgen muchas dudas como: ¿De qué está hecha la ceniza? ¿Quiénes la pueden recibir? y ¿por cuánto tiempo la deben tener?
La palabra ceniza, que proviene del latín ‘cinis’, representa el producto de la combustión de algo por el fuego. Sin embargo, con el pasar de los siglos, ella adoptó un sentido simbólico de muerte, pero también de humildad y penitencia.
Las cenizas se obtienen después de quemar las ramas de palmas que fueron usadas y bendecidas en la celebración de la Semana Santa anterior.
Una vez se obtiene los restos de las ramas, los sacerdotes marcan con ella una cruz en la frente de los feligreses mientras repiten: “Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás”, o “Conviértete y cree en el Evangelio”. Este acto religioso se realiza en la Misa al término de la homilía.
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Según dicta el catecismo, este sacramento lo puedo recibir cualquier persona, inclusive las que no son católicas, siempre y cuando se preparen para recibirla. Es decir, deben cumplir con el ayuno y la abstinencia. Ese día los fieles pueden tener una comida ‘fuerte’ una sola vez.