La macabra historia del asesino serial que mutilaba los senos de sus víctimas por obsesión
Wayne Ford, es un asesino serial estadounidense que fue sentenciado a morir en agosto de 2006, pero que sigue recluido en el corredor de la muerte en la prisión estatal de San Quintín en California.
La bizarra historia de los crímenes de Ford inicia poco después de su primer divorcio en el año 1992, luego de que su esposa fuera sometida por años a juegos sexuales en los que sufría daños físicos, ya que Wayne la obligaba a introducir agujas en sus senos y practicar el sadomasoquismo.
El perturbado hombre enloqueció con la partida de su esposa y comenzó a acecharla, sin embargo, la asustada mujer logró huir lejos de él, por lo que un día Ford al sentirse frustrado por no encontrarla, se tropezó con una chica en la calle y sin mediar palabra la tomó por los brazos y le mordió una de sus mamas.
Tres años después, este hombre se vuelve a casar. A las pocas semanas su nueva esposa comenzó a notar su extraño comportamiento, sin embargo, obvió lo que ocurría porque se enteró que estaba embarazada. Pero su infierno comenzó cinco meses luego de dar a luz.
Durante el juicio de Ford, esta mujer contó que la obligó a tener relaciones sexuales con otros hombres mientras él observaba o la agredía al incrustarle en sus pezones alfileres. Luego comenzó a golpearla, la violó en varias oportunidades y hasta llegó a estrangularla. Después de esto, la asustada esposa también huyó con su pequeño hijo y le pidió el divorcio.
A las pocas semanas, Wayne Ford, quien en ese momento se desempeñada como camionero, llevó a cabo su primer asesinato. En octubre de 1995 le ofreció a una chica de 25 años de edad, llevarla hasta su destino en su vehículo de carga. Tras seducirla, logró convencerla para tener sexo en la cabina del camión.
Pero, el apasionado encuentro se volvió violento cuando Wayne comenzó a ahogar. En el juicio, el hombre explicó que él solo intentaba excitar más a dicha mujer a través de la ‘asfixia erótica’, pero presionó su cuello con tanta fuerza que la mató.
Su primera reacción fue desmembrar el cuerpo. Guardó las extremidades en su nevera mientras cocinaba los senos de su víctima en un horno. A los pocos días arrojó el cadáver descuartizado de esta chica a un río cercano, que fue descubierto más tarde por algunos vecinos.
Pasaron solo siete meses para que Ford encontrara a su próxima víctima. En mayo de 1996, viajó hasta Las Vegas y allí contrató a una prostituta llamada Tina Gibbs. Después de tener sexo, también la estranguló. Lo hizo varias veces ya que la mujer se desmayaba y él la reanimaba utilizando la técnica de RCP (Reanimación cardiopulmonar), hasta que finalmente no pudo despertarla más.
Wayne mantuvo el cuerpo de la trabajadora sexual en su camioneta por varios días, hasta que lo abandonó en un acueducto de California.
Durante los siguientes cuatros meses, Ford secuestró a otras tres mujeres que milagrosamente sobrevivieron a sus golpes, estrangulamientos, quemaduras y hasta maltratos a sus senos.
Sin embargo, una vez más perdió el control con una nueva víctima. Se trataba de Lanett White, quien fue raptada el 20 de septiembre de 1996, y que al igual que las otras mujeres, fue sometida al abuso sexual y a múltiples intentos de asfixia y reanimación. Su cuerpo fue descubierto flotando en una zanja en el condado de San Joaquín.
Su último crimen lo cometió en 1998. Patricia Tamez, de 29 años, quien se encontraba caminando por una carretera en la localidad de Hesperia en California, aceptó la propuesta de Wayne Ford de llevarla hasta su destino. Su cuerpo desnudo y con un seno completamente mutilado, fue encontrado a las pocas horas.
Meses después, exactamente en noviembre de 1998, el peligroso hombre llamó a su hermano por teléfono desde un bar, para confesarle sus macabros crímenes. Durante las declaraciones ante las autoridades, Rodney Ford recordó: “Mi hermano era muy incoherente en lo que decía, solo divagaba, no tenía mucho sentido ya que estaba borracho. Me dijo que había hecho algo malo, que lastimó a algunas personas y que ya no quería hacerlo más”.
Esa misma noche Rodney y Wayne se encontraron, y tras contarle con detalle todos los asesinatos, decidieron ir juntos hasta la estación de policía. Estando allí, el Sheriff que los atendió no le creyó nada a Ford y le pidió evidencias, por lo que el asesino sacó del bolsillo de su chaqueta, una bolsa plástica con el seno de Patricia Tamez. De inmediato fue puesto en prisión.
Fue declarado culpable de cuatro cargos de asesinato en primer grado el 27 de junio de 2006 y sentenciado a pena de muerte.