Papa Francisco celebra misa del Domingo de Ramos con pocos fieles presentes
El papa Francisco celebró la misa del Domingo de Ramos, que marca la entrada en la Semana Santa, y rezó el Ángelus en presencia de un reducido número de fieles invitados en la Basílica de San Pedro del Vaticano.
La tradicional procesión de los fieles portando ramos de olivo fue cancelada para cumplir con las normas sanitarias y Francisco los bendijo a distancia desde el altar.
"Hemos entrado en la Semana Santa. Por segunda vez vivimos en el contexto de la pandemia. El año pasado estábamos más conmocionados, este año estamos más afectados. Y la crisis económica se ha agravado", dijo el pontífice.
Francisco pidió "rezar por todas las víctimas de la violencia, especialmente por las víctimas del atentado perpetrado esta mañana en Indonesia frente a la catedral de Makassar". Al menos 14 personas resultaron heridas en este atentado suicida.
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Hace un año, la primera ola de la pandemia de covid-19 arrasó Italia. El papa celebró solo, en una basílica desierta, el Domingo de Ramos, que conmemora la entrada de Cristo en Jerusalén.
Llamado
El pontífice instó a los cristianos a que recuperen "la capacidad de asombrarse" para "volver a comenzar" en un mundo marcado por la pandemia, durante la homilía del Domingo de Ramos, con cuya celebración comenzaron los ritos de una Semana Santa marcada de nuevo por la crisis sanitaria causada por el coronavirus.
"Volvamos a comenzar desde el asombro", dijo Francisco ante unos pocos fieles en el interior de la Basílica de San Pedro, donde por segundo año consecutivo tuvo lugar la celebración litúrgica del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor, en lugar de en la plaza vaticana y con la presencia de decenas de miles de personas, como era habitual hasta la llegada de la Covid-19.
"Dejémonos sorprender por Jesús para volver a vivir, porque la grandeza de la vida no está en tener o en afirmarse, sino en descubrirse amados. Y en la belleza de amar", aseguró, antes destacar la importancia de acoger a los "descartados", "humillados por la vida", "rechazados" y dejar de ser "rehenes de la admiración y el éxito", sostuvo.
En la celebración que marca el inicio de la Semana Santa, el pontífice estuvo acompañado por una treintena de cardenales y varios religiosos, que respetaron en todo momento la distancia de seguridad ante un virus que en Italia ya se ha cobrado más de 100.000 vidas.
El papa argentino, de 84 años, acostumbrado a recibir multitudes, estrechar la mano de los fieles y besar a los niños, redujo significativamente sus apariciones públicas desde el inicio de la pandemia.
Tuvo que cancelar varias audiencias de los miércoles y también se ve obligado a celebrar el Ángelus en su biblioteca privada.
Además las medidas de confinamiento impiden que los peregrinos se reúnan en la plaza de San Pedro. Su viaje a Irak a principios de marzo fue su primer viaje al extranjero desde noviembre de 2019.