¿Quién era Matilde Lina, la ‘musa’ que inspiró al maestro Leandro Díaz?

Todo buen compositor necesita un buen motivo para darle vida a sus canciones y en el caso de Leandro Díaz esa no fue la excepción. Tras establecerse en el departamento del Cesar, se enamoró de Matilde Lina, una joven de tez morena a la que a veces la llamaban “Matilde” o simplemente “Mati”. 

Tal como señala la letra de la canción, esta fue compuesta en las orillas del río Tocaimo, el mismo que le dio las fuerzas para cantar esta poesía. Leandro Díaz conoció a Matilde Lina Soto Negrete, nombre completo de la mujer, en una fiesta celebrada en el municipio de Manaure (La Guajira) a la que fue invitado por su compañero, el acordeonero “Toño” Salas. 

El juglar se quedó enamorado de ella luego de escuchar su dulce voz en una fiesta de la Virgen del Carmen. Al oírla, él respondía de inmediato que ella era Matilde Lina. El único problema en esta relación era que Matilde ya estaba casada. De hecho, “Toño” Salas era el cuñado de la mujer.

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Antes de que la canción se grabara, Leandro Díaz le cantó a la mujer los versos con los que la inmortalizó en su composición, ella quedó asombrada con la poesía que él escribió en su honor. Aunque este amor no sería correspondido, de aquí salió un tema insigne para el folclor vallenato.

Tiempo después, Rodrigo Oñate, amigo de Alfredo Gutiérrez, escuchó a Leandro Díaz cantando el tema inspirado en Matilde Lina en una parranda, por lo que se lo recomendó al "Monstruo del acordeón”, quien fue el primero que sacó una versión del tema en 1970, quizás la más conocida de todas.

Otros grandes de la música vallenata como Carlos Vives, Diomedes Díaz o Silvestre Dangond han creado sus propias versiones de Matilde Lina; incluso hubo quienes la grabaron fuera de Colombia, como es el caso del cubano Roberto Torres, la orquesta venezolana Los Melódicos o El Gran Combo de Puerto Rico, agrupación de salsa.