Parque Nacional Embera
Parque Nacional Embera
Andrés Prieto
25 Jul 2024 12:00 PM

Visibles pero invisibles: La precaria vida de los Emberá en el parque de Nacional

Valesca
Alvarado Ríos
Los Emberá, desplazados por la violencia, viven de las monedas que piden en la calle. Las condiciones en las que viven son precarias.

Al llegar al parque Nacional, en Bogotá, los sentidos se activan. Los olores fuertes dominan el ambiente y el humo de la madera quemada hace arder los ojos, es complicado respirar. Los niños caminan sin zapatos y sin ropa mientras que las mujeres lavan y cocinan. Los hombres hacen guardia.

Es la comunidad Emberá, que, desde hace meses, se asentó en este lugar, donde las necesidades son evidentes. 

“Sufrimos mucho con el día frío y día caliente. Cuando cae agua, sufrimos mucho”, cuenta Gildardo Mucutui, uno de los líderes indígenas. 

En el parque, cientos de niños, mujeres y ancianos pasan hambre y frío cada día. 

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"Es muy difícil cuando llueve, a veces se entra mucho el agua, no hay alimento, hay personas que no nos ayuda, hay algunos niños que van al colegio sin alimento", narra María José, una de las jóvenes de la comunidad, quien lleva toda la vida huyendo de la violencia. 

Comen cuando pueden y viven hacinados en cambuches bajo las inclemencias de las condiciones climáticas de la capital. 

"Algunos no tienen colchonetas, solo tienden una cobija encima de una tabla. En una carpa hay tres o cuatro familias. Una familia puede tener como cinco o tres hijos, puede haber hasta 15 personas en una carpa", agrega la joven que, además, lleva varios días sin comer bien. 

Enfermarse no es una opción, pues el poco dinero que tienen no les alcanza para comprar medicamentos. Angélica, madre de dos niños de tres y cinco años, cuenta la realidad. 

"Me toca entrarlos para que no salgan, si los dejo tocar el frío se enferman. Eso es muy duro, no tengo plata para comprar remedios. Me toca llevarlos al hospital, no puedo tenerlo en la casa porque se enferman más", dice ella mientras sus niños se abrazan de sus piernas, todos están descalzos. 

Conseguir trabajo no es fácil, pues muchos solo hablan su lengua y ni tienen estudios. La mayoría vive de las artesanías o de mendigar.

Los cambuches de la miseria: el día a día de los Emberá en el parque Nacional

“Cuando vendo algo de las artesanías hacemos un mercado con toda la familia. Muchos de los hombres han mandado hojas de vida, pero como no tienen experiencia y no saben hablar bien el español, no les dan trabajo”, explica María José. 

Entre tanto, Héctor Arce, recuerda que en su territorio vivía de la agricultura, pero ahora, lejos de sus territorios, todo es diferente. 

“Yo era agricultor y tengo varios estudios, pero en Bogotá estamos sin trabajo. No nos llaman para los trabajos y nos toca mendigar en la calle, pedir una monedita para poder comprar una libra de arroz para darle a la familia”, confesó el líder indígena. 

De acuerdo con Carlos Monroy, sociólogo de la Universidad de La Sabana, estas mujeres indígenas son instrumentalizadas para la mendicidad. 

“¿Qué pasa entonces con los niños, niñas y mujeres? No gozan del acceso a derechos, no conocen alternativas y terminan siendo víctimas y artefactos de mendicidad mayoritariamente por hombres de esta comunidad”, explicó el experto. 

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Pese a las condiciones en las que viven, las mujeres tienen varios hijos desde temprana edad. 

“Es muy normal porque a temprana edad ya consiguen marido como a los 12 o 13 años, entonces en la comunidad es normal”, dice María José. 

Sus padres son los encargados de entregarlas a los hombres, y cuando se niegan, como en el caso de Angélica, se las llevan a la fuerza. 

"Cuando era pequeña, mis papás no me quisieron entregar. Entonces mi marido vino y me llevó a escondidas, entonces viví con él. Desde los 11 años viví con él. Tuve a mi primer hijo a los 13 años y el segundo, cuando tenía 15 años. Él me maltrataba, me pegaba", recuerda la joven de 21 años. 

El sociólogo de la UniSabana, Carlos Monroy explica este fenómeno.  

“Hay abuso hacia las niñas. Hay un abuso hacia las mujeres por parte de miembros de su propia comunidad, lo cual es un abuso que no puede ser justificado ni aceptado por el Estado colombiano. El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar está llamado y obligado constitucionalmente a proteger a niños y niñas sin distinción, si son indígenas, negros, de cualquier tipo u origen. Si se repite a lo largo de las generaciones, es porque sistemáticamente, a lo largo de las generaciones, no ha habido acceso a los derechos”, agregó Monroy. 

Pero, ¿por qué llegaron a Bogotá?  

“Mi mamá tenía una finca. Pero nos tocó desplazarnos porque la guerrilla nos amenazó, y llevamos muchos años acá en Bogotá”, revela una de las jóvenes. 

A su vez, Héctor Arce, líder de la comunidad, dice que la violencia es la principal causa de su éxodo. 

“Nosotros somos desplazados desde 2012 e intentamos retornar en 2015. Pero ya no tenemos territorio para trabajar”.

Ante esta crisis, el alcalde de Bogotá, Calos Fernando Galán, anunció algunas medidas.  

“El objetivo es activar este trabajo conjunto para proteger especialmente a los niños y niñas Emberá que están en Bogotá. Hemos conseguido realizar cerca de 38 recorridos alrededor del parque. En el parque hemos identificado 52 riesgos y hemos trabajado para activar las rutas que corresponden en cada caso, identificando con precisión los riesgos y tomando medidas”, enfatizó el mandatario. 

A esto se suman las denuncias de los vecinos y comerciantes del sector, como Óscar Mina, sobre la ingesta de alcohol y peleas. Además, dicen que sus ventas se han visto afectadas.  

“Los hombres se la pasan tomando y se pelean entre ellos, golpean a las mujeres y a los niños. No se meten con nosotros, pero sí son muy conflictivos. En más de un 80% se ha visto la afectación en las ventas debido a que ellos hicieron acá los cambuches, también está el humo de la leña, ya no hay ciclovía de este lado. También salen las ratas y saltan de un lado a otro”, dijo el comerciante.

Aunque algunos regresarán a sus territorios, otros exigen que les asignen nuevas tierras. De lo contrario, aseguran que se tomarán las calles de Bogotá. 

“Si el Gobierno no cumple, vamos a salir a la calle a bloquear y a hacer una minga. Porque estamos pasando muchas necesidades en el parque Nacional”, señaló Gildardo Mucutui. 

Anhelan regresar a sus territorios y así restaurar sus vidas y tradiciones. Confían en tener un mejor futuro para seguir trabajando en el campo y dejar atrás los cambuches de la miseria en ciudades como Bogotá, donde las necesidades son múltiples. 

* Este trabajo fue realizado por Valesca Alvarado y William Vargas

Fuente
Sistema Integrado de Información