Con cuatro grados centígrados, don Reyes Ruiz se levanta desde a las 3:00 a.m. con balde en mano para tratar de contener un poco de agua para las 12 personas en su casa.
Vive en el barrio Santa Ana, en Cajicá, Cundinamarca, un municipio ubicado a tan solo hora media de Bogotá y que completa dos semanas sin el servicio.
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“Llevamos quince días sin agua, no tenemos cómo bañarnos, no tenemos agua para lavar la ropa, asear la casa, no hay cómo preparar los alimentos. Es una situación muy precaria que estamos viviendo”, relató el hombre.
La situación es igual de crítica para los más de cien mil habitantes que, cansados del racionamiento, salieron a protestar con la esperanza de que sus voces hicieran eco y los entes gubernamentales les dieran una solución.
Más de cien mil personas en Cajicá, Cundinamarca, completan dos semanas sin agua, por lo que se deben acoger a un pico y placa para abastecerse. Ante la falta de soluciones a corto plazo, piden a los encargados que pronto haya agua pa’ tanta gente.
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— Valesca Alvarado Ríos (@valescaalvarado) January 24, 2023
Esta solución llegó de la mano de un pico y placa, en donde hay que turnarse para tener un par de litros de agua, que ni siquiera llega en buenas condiciones.
“La crisis es tal que hoy tenemos medidas como llevar el agua en carrotanques o un pico y placa cada doce horas para algunos sectores. El problema es que es agua turbia, café y que no sirve ni para lavar la ropa porque se daña”, explicó el exconcejal Jefferson Tuta.
Pero el agua, incluso con esta medida, no llega a la casa de don Reyes Ruiz, quien deja la llave abierta esperando, casi como si fuera un milagro, que un par de gotas se deslicen por ella.
“No podemos vivir así, es muy triste esta condición en la que estamos. El gerente de Aguas de Cajicá nos dijo que habría un pico y placa, que nos pondría la presión por sectores, pero llevamos cuatro días y acá no ha llegado ni una gota de agua”, agregó don Reyes Ruiz.
En las madrugadas, cuando el milagro ocurre y el agua llega, su color es oscuro, el olor fuerte y en el fondo de los baldes se ve la cantidad de tierra que trae consigo. Pero la necesidad es mayor que el miedo de enfermarse por su consumo.
En las madrugadas, cuando el milagro ocurre y el agua llega, su color es oscuro, el olor fuerte y en el fondo de los valdes se ve la cantidad de tierra que trae consigo. Pero la necesidad es mayor que el miedo de enfermarse por su consumo. pic.twitter.com/LtA5TX8Le0
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Sin embargo, lo que sí llega de manera muy puntual es el recibo de cobro, las facturas superan los $100 mil.
“Los recibos llegan por $120 mil, $130 mil y hasta por $150 mil. Eso es lo que pagamos por un servicio que no tenemos y que está fallando desde hace más de seis meses. Hace un año que nosotros no tenemos agua en el día, cuando la tenemos, es solo por las noches”, añadió el ciudadano.
A pesar de ello, las soluciones no son claras para los pobladores de Cajicá, cuyo alcalde, Fabio Hernández, solo anunció mesas de técnicas y de diálogo.
“Estamos con el viceministro Aníbal Pérez, que se ha comprometido con Cajicá, a apoyarnos en el proyecto de ajuste de presupuesto de la evaluación de los tanques”, respondió el alcalde ante las denuncias.
La falta de un alcantarillado propio, al aumento de la población y la oferta descontrolada de nuevos proyectos de vivienda son algunas de las causas de este problema, que hoy tiene a la comunidad clamando por agua.
“Se necesita una estación de rebombeo, dos tanques de 10 mil metros cúbicos y actualizar la red para garantizar el servicio. También falta voluntad por parte de la Alcaldía de Cajicá, la Gobernación de Cundinamarca y el Gobierno Nacional”, concluyó el exconcejal Jefferson Tuta.
Mientras estas soluciones llegan, don Reyes y su familia, así como los cien habitantes se turnan para bañarse o lavar. Esperan que pronto haya agua pa’ tanta gente.