Universitaria vendió sus óvulos para pagar parte de su deuda educativa
La historia de Kassandra Jones, una joven norteamericana que vendió sus óvulos congelados por $ 50,000 dólares para poder destinar el dinero a la deuda estudiantil de $ 167,000 dólares que tiene, ha conmovido a miles de estudiantes en el mundo, que se sienten identificados por el desespero que puede generar tener una millonaria deuda por su crédito universitario.
La joven de 28 años hizo visible su historia en The New York Post, donde contó que se sometió a cinco rondas de donaciones de óvulos en su último intento desesperado por pagar sus préstamos.
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A pesar de trabajar en tres trabajos mientras obtenía su título universitario, y de vivir sin pagar alquiler en la casa de sus padres, todavía se veía agobiada por sus inmensas deudas.
“Lo vi como una de las únicas formas de poder tener algún tipo de dinero (...) Hice todo lo que pude, incluso donar mis óvulos, y encontré la capacidad de recuperación para seguir adelante y tratar de lograr, y he logrado, lo que la sociedad siempre me ha dicho que tenía que hacer para tener éxito”, cuenta.
Cuenta que decidió vender sus óvulos tras agotar todas las demás vías como lo fue sacar el máximo de préstamos estudiantiles permitidos, vender su automóvil, ir a la universidad comunitaria e incluso daba clases en un programa universitario temprano en una escuela secundaria.
“Desearía que ese dinero fuera para el pago inicial de una casa o para poner en marcha mi propio negocio”, dice la estudiante, quien revela que todo el dinero de sus óvulos se ha ido pagando el créditos.
Los óvulos congelados pueden recaudar entre $5,000 dólares y $10,000 dólares por donante . Sin embargo, el costo de comprarlos, junto con el tratamiento médico, puede oscilar entre $10,000 dólares y más de $40,000 dólares.
Pero donar óvulos no es tan fácil como parece. Jones aprendió a ponerse inyecciones de hormonas y calificó el proceso de "trabajo intensivo". De hecho, la primera vez que donó se despertó con un “dolor insoportable”, a pesar de eso, no pudo parar de asistir a sus clases.
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“Había mucha presión e hinchazón en la parte inferior de mi abdomen, dolor por calambres que me dificultaba caminar, pararme, sentarme o reír”, contó al medio de Nueva York.
La sensación, que describió como "malestar", empeoró al comer o beber demasiado, y le provocó antojos, sensibilidad en los senos, deshidratación, entre otros síntomas. La solución poco convencional de Jones a su agobiante deuda ha llamado la atención de algunos, pero dijo que la gente de su edad "lo entiende".