“Se trata de unos tubos de metal que pulen con filo y que los delincuentes colocan en la mitad de la vía. Entoncesm cuando la persona pasa con el vehículo, la llanta pisa el 'chuzo', lo que traspasa el neumático completamente, haciendo que los conductores a los pocos segundos queden varados”, explica un mecánico de la calle 13 con carrera 129, en Bogotá.
Habla de los ‘pinchallantas’, delincuentes que estafan a los conductores y les dicen que hay talleres de mecánica cercanos al sitio del delito donde se pincharon. En esos sitios les cambian el neumático a precios generalmente elevados o aprovechan la ocasión para atracarlos.
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Calles más afectadas por los ‘pinchallantas’
La carrera 20B con calle 72 es una de las zonas más golpeadas por estas personas. Allí, según algunos vecinos del sector, entre las 10:00 p.m. y las 11:00 p.m., se pueden ver dos o tres carros pinchados por los delincuentes, con cierta regularidad.
Asimismo, debajo del puente que aún están construyendo en la avenida Boyacá con calle 63, se encuentra una zona llena de comerciantes de llantas, neumáticos y aceites lubricantes que cuentan que han visto a personas del sector caer en la trampa de los ‘pinchallantas’, quienes se esconden en el caño de la Boyacá después de colocar en el piso los afilados tubos de metal.
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Vendedor de neumáticos
Estos ‘chuzos’ afectaron dos veces al comerciante Jairo Ávila; una, cerca del barrio San Joaquín, y la otra, en Meissen: “Lo que me he podido dar cuenta es que por los lados del puente de la Boyacá es donde se hacen los malechores que transitan en bicicleta o a pie y votan los chuzos. Generalmente salen del caño allá y los colocan cuando se forma el trancón”, indicó Ávila, quién desde hace dos años es comerciantes de neumáticos en el barrio San Joaquín.
Según este vendedor, cuando su vehículo quedó pinchado esas dos veces, reportó lo sucedido a la Policía, pero los uniformados "vienen y dan una vuelta y no pasa nada": "Por eso es que estas cosas siguen pasando”, señaló.
“Uno va tranquilo por la vía cuando de repente unos tipos le dicen a uno: ‘mire, mire, está pinchado’, y efectivamente a la cuadra usted ya está varado porque ese chuzo desinfla la llanta en fracción de segundos”, detalló.
Finalmente, Ávila dijo que, por su cercanía con el gremio, ya sabía que este flagelo se presenta en diversos lugares de Bogotá y que la posible complicidad con los montallantas es uno de los factores que hace que esta práctica delictiva esté en aumento. Por último, hizo un llamado al Estado para que cumpla con su deber y controle esta actividad criminal que afecta los bolsillos de los capitalinos.