Quizá la primera vez que vimos a algunos animales cantando o hablando, fue en las comiquitas. Por ejemplo, en la famosa historia de ‘Cenicienta’, los mejores amigos de la protagonista eran unos pequeños ratones parlanchines.
Resulta, que estos roedores con tales facultades vocales sí existen. Se tratan de los ‘Scotinomys teguina’, más conocidos como los ‘ratones cantores de Alston’. Aunque los sonidos que emiten no tienen nada que ver con los del humano, si podrían semejarse desde lo neurológico.
Según estudios científicos, estos ratones emiten una rara melodía con la intención de atraer a las hembras, e increíblemente, no siempre son audibles para el oído de las personas. Este tipo de roedor se localizan con facilidad en algunos países de Centro América.
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Estos ratones tropicales son realmente especiales. Se comunican en una canción usando casi 100 notas audibles y se responden de manera casi instantánea, no como la forma en que los humanos se responden en una conversación. Es una hazaña que requiere mucha coordinación y comunicación de manera rápida entre las regiones del cerebro y los músculos.
Otros animales, como los delfines mulares o de nariz de botella, también tienen esta capacidad de conversación, que los biólogos y los neurocientíficos llaman "turnos vocales". Los científicos no han podido definir qué partes de los cerebros de estos animales los hacen tan excelentes conversadores ya que resulta complicado estudiar a estos cetáceos en el laboratorio. Sin embargo, el ratón cantante de Alston, por su tamaño es más fácil de analizar.
Actualmente un grupo de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York, se encuentran estudiando a estos animales con la intención de descifrar y entender el cerebro humano. “El hombre es experto en conversaciones rápidas. Las pausas entre los oradores en una conversación se hacen en una quinta parte de un segundo ", comentó Michael Long, neurocientífico a la revista Popular Science. "Realmente no sabemos cómo el cerebro puede hacer esto, y los cerebros humanos son realmente complejos, con casi 100 mil millones de células nerviosas".
Según Long, históricamente, las investigaciones han demostrado que estudiar los cerebros de los ratones es mucho más simples para así marcar un punto de partida para entender nuestros propios cerebros. Por tal razón, al darse cuenta del potencial de los redores cantores tropicales, Long y un equipo de neurocientíficos trajeron consigo a algunos de Costa Rica y se pusieron a trabajar.
El estudio publicado en la revista científica Science, describe que iniciaron el experimento alojando a dos ratones que no se conocían en una jaula donde se podían oír, pero no verse. Al estudiar sus conversaciones musicales, detectaron que ellos son educados, y sus canciones son diferentes cuando cantan a solas o con un compañero. "No se superponen en sus canciones, y para hacer eso, tienen que ser muy conscientes de cuándo el otro ratón se detiene o comienza una canción", explicó Long. Es decir, cuando un ratón se detiene, el otro responde en una fracción de segundo, pero a diferencia de la mayoría de los humanos, ellos jamás se interrumpen.
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La siguiente tarea fue identificar las regiones cerebrales responsables del canto de los ratones. Usando cables y electrodos implantados quirúrgicamente, el equipo pudo medir las señales eléctricas del cerebro que correspondían a la flexión de músculos específicos en las mandíbulas de los animales durante la canción. Básicamente, pudieron ver qué partes del cerebro se "encendieron" con actividad cuando los ratones flexionaron ciertos músculos mientras cantaban.
Con dichos resultados, los investigadores tendrían un antecedente de gran importancia para inferir en el funcionamiento del cerebro humano. "Una de cada diez personas sufre de dificultad comunicativa, ya sea por autismo o por efectos traumáticos de un derrame cerebral. Con esta primera ilustración de los mecanismos cerebrales que llevan a un cambio vocal en el cerebro de los mamíferos, hay una posibilidad real de intervenciones terapéuticas en el futuro”, aseveró el neurocientífico.